El fenómeno del cáncer se desencadena cuando células dañadas o anómalas comienzan a reproducirse de manera descontrolada y se propagan a otras partes del cuerpo, según la definición de la Asociación Americana de Cáncer. Aunque la edad ha sido tradicionalmente un factor determinante, la evidencia científica indica que cada vez se detectan más casos de cáncer en adultos jóvenes en todo el mundo.
Un extenso estudio científico, publicado en BMJ Oncology y llevado a cabo por un consorcio internacional de investigadores de Estados Unidos, Reino Unido, China y Suecia, revela que los diagnósticos de cáncer en personas menores de 50 años han experimentado un aumento del 79% desde 1990 a nivel global. En 2019, se registraron 1.82 millones de nuevos casos en este grupo demográfico, y se proyecta un incremento del 31% en la incidencia y del 21% en las muertes asociadas al cáncer para el año 2030. El estudio, que analizó datos del Estudio de la Carga Mundial de Morbilidad 2019, abarcó 29 tipos de cáncer en 204 países y regiones.
Las conclusiones del estudio destacan que las personas de 40 años representan uno de los grupos más vulnerables ante este cambio en la prevalencia del cáncer. El cáncer de mama encabezó tanto el número de nuevos casos como las muertes en el grupo de menores de 50 años, mientras que los cánceres de tráquea y próstata mostraron un aumento más rápido, con crecimientos anuales estimados del 2.28% y 2.23%, respectivamente. Por el contrario, el cáncer de hígado experimentó una disminución anual del 2.88%.
Aunque se busca comprender las causas detrás de este aumento, que va desde estilos de vida sedentarios hasta la exposición a la contaminación ambiental, la incidencia de la mala alimentación y la obesidad, los expertos coinciden en que ninguna razón explica completamente la situación de pacientes jóvenes y aparentemente saludables.
El doctor Diego Kaen, presidente de la Asociación Argentina de Oncología (AAOC), señala que la causa es multifactorial, donde el estilo de vida, el estrés y la mejora en los métodos de diagnóstico juegan roles importantes. En este contexto, destaca la importancia de la prevención a través de una alimentación saludable, la reducción del estrés, la eliminación del tabaco y la moderación en el consumo de alcohol.
La doctora Liliana Zamora, jefa de la sección de Oncología Ginecológica del Hospital Italiano de Buenos Aires, resalta la necesidad de controlar factores como la obesidad, el consumo de alcohol y otras enfermedades no transmisibles para prevenir el desarrollo de tumores.
Desde la comunidad científica, se plantea la posibilidad de reconsiderar las estrategias de prevención según franjas etarias, incluso bajando la edad de los programas de screening para la detección temprana del cáncer.
Los datos globales indican que América del Norte, Australia, Asia y Europa Occidental presentan las tasas más altas de incidencia de cáncer temprano. Factores como malos hábitos alimenticios, consumo de alcohol y tabaco impulsan el aumento de los diagnósticos en adultos jóvenes, aunque se reconoce la influencia de factores genéticos. La carga de mortalidad resulta ser más alta en países con ingresos medios y bajos, especialmente en Oceanía, Europa del Este y Asia Central. En estas regiones, el impacto es más pronunciado en mujeres, tanto en muertes como en la calidad de vida de los pacientes tras el diagnóstico.