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El agua tiene quien la defienda: 2025, el año en que las comunidades blindaron los páramos

Con más de 3.000 aportes ciudadanos y un avance histórico en Santurbán, Colombia cierra un año clave para asegurar el futuro de sus “fábricas de agua”.

No son solo montañas de niebla y frailejones, son el seguro de vida hídrico para millones de colombianos. El 2025 marca un antes y un después en la protección de los páramos en el país, no por un decreto de oficina, sino por un despliegue humano sin precedentes en las regiones.

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible cierra el calendario con un balance que saca pecho: la delimitación de estos ecosistemas dejó de ser un trámite técnico para convertirse en un diálogo social masivo.

El cambio de estrategia es evidente. Atrás quedaron los días de decisiones unilaterales. Durante este año, el mapa de la protección se dibujó a mano con quienes habitan el territorio: 200 reuniones territoriales y técnicas, 3.000 propuestas provenientes directamente de campesinos, líderes y habitantes locales y 20 municipios clave integrados en acuerdos sólidos.

El caso de Santurbán es, quizás, el símbolo más potente de este avance. El complejo Jurisdicciones Santurbán Berlín ya alcanzó un 60% de progreso en su fase de concertación, un número que parecía inalcanzable hace unos años debido a la complejidad social de la zona.

El impulso no se detuvo en el oriente colombiano. El 2025 también vio la apertura formal de los diálogos en Cruz Verde–Sumapaz, el complejo de páramos más grande del planeta, y avances sustanciales en Pisba.

Este proceso no es caprichoso; responde a un mandato judicial que exige que la delimitación se haga con la gente. Para lograrlo, el Ministerio ha seguido una hoja de ruta de siete pasos que garantiza que el acuerdo final no sea solo un papel, sino un compromiso real que va desde la consulta inicial hasta la implementación de soluciones para quienes viven en estas zonas altas.

“Colombia reafirma su liderazgo mundial en la protección de los páramos”, señalaron desde la cartera ambiental, subrayando que el objetivo para el próximo año es aterrizar estos acuerdos definitivos que garanticen que el agua siga fluyendo hacia las ciudades y los campos.

El reto para 2026 será traducir ese 60% de Santurbán en una realidad administrativa y social que proteja el ecosistema sin abandonar a las comunidades que han sido sus guardianas históricas. Por ahora, el 2025 se despide con una certeza: el agua de Colombia está hoy un poco más segura que ayer.