La comunidad intelectual y jurídica del Eje Cafetero y el sur del país lamenta la partida de Jamid Albén Jaramillo Trujillo, destacado abogado, poeta y escritor calarqueño, quien falleció a los 89 años en la ciudad de Florencia. Su legado queda marcado por una trayectoria de integridad en la judicatura y un compromiso inquebrantable con el servicio público.
Jaramillo Trujillo, egresado del emblemático Colegio Robledo de Calarcá, consolidó su formación profesional en la Universidad Libre de Colombia. Durante su paso por las aulas, bajo la tutela de figuras históricas como el profesor Gerardo Molina y el decano Luis Villar Borda, fue reconocido como uno de los alumnos más brillantes de su generación, compartiendo honores con su coterráneo Ramón Buitrago Herrera.
Su ingreso al servicio público ocurrió en uno de los periodos más desafiantes de la historia colombiana. Como Juez de Instrucción Criminal en el entonces Viejo Caldas, enfrentó con entereza los años de la violencia partidista. Décadas más tarde, su rigor jurídico y sensibilidad humana le valieron el máximo reconocimiento del Consejo Superior de la Judicatura, que lo distinguió como el mejor juez de la República por su labor en el municipio de Circasia.
En el ámbito político, Jamid Albén fue una figura clave del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), disidencia liderada por Alfonso López Michelsen. A lo largo de su carrera ocupó cargos de alta relevancia: Secretario de la Asamblea del Quindío tras la reunificación del liberalismo. Alcalde de Calarcá designado por el gobernador Rogelio González Ceballos, logró consolidar una coalición administrativa eficiente pese al complejo panorama electoral de la época frente a la Anapo. Concejal y Alcalde de Córdoba, cargos que ocupó por clamor popular, demostrando su arraigo y vocación de servicio con la comunidad.
Más allá de los estrados y la política, Jaramillo Trujillo cultivó una sensibilidad especial por la poesía y la escritura. Sus allegados lo recuerdan por su calidez humana, ejemplificada en anécdotas como el telegrama enviado desde Venezuela a su esposa, Eucaris Vega, un gesto que hoy se recuerda como símbolo de su caballerosidad.
Con su fallecimiento, el Quindío pierde a un ciudadano ilustre cuya vida fue un testimonio de probidad, sapiencia jurídica y profundo humanismo.
