Un estudio de la Universidad de Monash revela que cada año más de un millón de muertes en todo el mundo están relacionadas con la exposición a corto plazo a partículas contaminantes en suspensión, como las PM2,5, provenientes de incendios, polvo y otros eventos de concentración extrema. Estos hallazgos, publicados en The Lancet Planetary Health, se basan en el análisis de la mortalidad y los niveles de contaminación en más de 13,000 ciudades y pueblos hasta 2019.
El estudio destaca que las partículas finas, como las PM2,5, son las más preocupantes para la salud, y aunque la mayoría de las investigaciones se han centrado en los efectos a largo plazo de la contaminación constante, este es el primero en abordar los impactos de los “picos” de contaminación, como los provocados por incendios forestales o polvaredas.
Los resultados muestran que incluso una breve exposición a PM2,5 durante horas o días puede causar más de un millón de muertes prematuras al año en todo el mundo, especialmente en Asia y África, donde más del 20% ocurre en áreas urbanas.
El profesor Yuming Guo destaca que los efectos a corto plazo de la contaminación del aire son bien conocidos, como se vio durante los megaincendios en Australia en 2019-20.
El impacto es especialmente grave en Asia oriental, meridional y África occidental, donde la mortalidad atribuible a la exposición a corto plazo a las PM2,5 es significativamente alta. Asia representa la mayor parte de estas muertes, seguida de África, Europa, América y Oceanía.
Este estudio subraya la urgencia de abordar la contaminación del aire como un problema de salud global.

