En Córdoba, la memoria se convierte en una herramienta de transformación social y cultural gracias a un proyecto liderado por la Oficina de Innovación de una reconocida institución académica. Inspirados en la palabra “choznos”, que define a la sexta generación de una familia, un equipo interdisciplinario ha desarrollado una iniciativa que combina tradición, arte y economía local. Este término, recuperado en una investigación sobre genealogía en la Asociación Café Mujer, se ha transformado en el eje de un proceso que conecta a las nuevas generaciones con sus raíces.
El asesor del proyecto, Juan Carlos Velazco, comparte que esta palabra permitió construir historias de vida y dio pie a la creación de productos turísticos y culturales. Entre las actividades surgieron espectáculos artísticos y canciones que capturan la esencia de los recolectores de café, reflejando tanto su labor diaria en los cafetales como sus talentos ocultos. Según Velazco, detrás de cada grano de café se descubrió una melodía esperando ser escuchada, y estas expresiones ahora enriquecen la oferta turística del Paisaje Cultural Cafetero, patrimonio de la humanidad.
Para Lizeth Quevedo Narváez, integrante de la Asociación Café Mujer e hija de una de sus fundadoras, este proyecto ha transformado la forma en que perciben su labor. Reconoce que no se trata solo de ventas, sino de cultivar orgullo y una identidad compartida. Por su parte, Andrea Gómez Escudero, quien dirige la Oficina de Innovación, subraya la importancia de combinar tradición e innovación, destacando que la memoria puede ser un motor de desarrollo sostenible y una herramienta para construir el futuro.
Lo que comenzó como un árbol genealógico para las familias participantes hoy es un referente que demuestra cómo la conexión con las raíces puede generar nuevas oportunidades, fortalecer el turismo local y dar sentido a las historias familiares. “Choznos” ha dejado de ser un término olvidado para convertirse en una declaración de identidad que resuena en el corazón del Quindío.