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Estudio señala que la debilidad muscular es consecuencia del COVID prolongado, provocando fatiga

Persisten incógnitas en torno a los casos de COVID prolongado, siendo uno de los mayores enigmas de esta pandemia que la ciencia sigue investigando. Esta condición abarca una amplia variedad de síntomas que persisten o surgen más allá de los 30 días posteriores a la infección.

Con el fin de comprender mejor la prevalencia y gravedad de estos síntomas, en junio de 2023, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos lanzaron el estudio RECOVER-Adult, cuyas conclusiones, publicadas en JAMA, destacaron los 12 síntomas clave del COVID prolongado.

Estos 12 síntomas distintivos incluyen malestar post-esfuerzo, fatiga debilitante exacerbada por actividad física o mental, pérdida o cambio en el olfato o gusto, mareos, confusión mental, síntomas gastrointestinales, palpitaciones cardíacas, dolor en el pecho, tos crónica y movimientos anormales.

Un estudio reciente reveló que la fatiga experimentada por aquellos con COVID prolongado tiene una causa física. Científicos neerlandeses descubrieron que las mitocondrias de quienes padecen esta condición generan menos energía que las de los individuos sanos, según publicaron en Nature Communications.

Al examinar las células musculares de 25 pacientes con COVID prolongado y 21 personas sanas, encontraron que las mitocondrias, las “centrales eléctricas” celulares, funcionan de manera menos eficiente en aquellos con COVID prolongado. Este hallazgo podría explicar la persistente fatiga característica de esta afección.

La autora principal del estudio, Michèle van Vugt, destacó cambios evidentes en los músculos de los pacientes. Aproximadamente uno de cada ocho pacientes con COVID experimentará esta prolongación de la enfermedad, según respaldan los investigadores.

El estudio también advierte que las formas tradicionales de rehabilitación y fisioterapia pueden ser contraproducentes, ya que los síntomas pueden empeorar después del esfuerzo físico. Por lo tanto, se aconseja a los pacientes proteger sus límites físicos y no sobrepasarlos, optando por actividades ligeras que no empeoren los malestares.

Aunque diversos estudios se han realizado en todo el mundo para entender el COVID prolongado, aún no hay apoyo a la teoría de que las partículas del virus persisten en el cuerpo de quienes lo padecen. Investigaciones adicionales exploran conexiones entre síntomas neurológicos, cognitivos y niveles reducidos de serotonina, así como las secuelas variadas que experimentan los pacientes recuperados, desde problemas respiratorios hasta complicaciones neurológicas.