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“Fue aterrador ver gente enterrada”: Jaime Giovanni Alzate, director de la Cruz Roja Quindío y su experiencia en la tragedia de Armero

En el marco del 40 aniversario de la devastadora tragedia de Armero, Jaime Giovanni Alzate, director de la Cruz Roja Seccional Quindío, comparte sus recuerdos y reflexiones sobre aquel fatídico evento y cómo marcó un antes y un después en la gestión del riesgo y la atención de desastres en Colombia.

Alzate, quien era un socorrista recién ingresado a la institución en aquel entonces, recuerda la confusión inicial y la falta de información precisa sobre la magnitud de la tragedia. “La información que había era que el puente de Chinchiná había colapsado y la Cruz Roja de Caldas no tenía contacto con Chinchiná”, comenta.

Tras recibir la primera información, Alzate y sus compañeros se desplazaron inicialmente hacia Chinchiná, solo para descubrir que la emergencia había sido superada rápidamente. Luego, recibieron la orden de dirigirse a Armero. Al llegar, encontraron un panorama desolador, con un puesto de socorro improvisado y un hospital de campaña donde se atendía a las personas rescatadas del área de impacto del barro.

“Fue aterrador ver que no se veía sino pantano, bultos de arroyo, gente enterrada, cadáveres y algunos sobrevivientes encima del barro”, relata Alzate, quien tuvo la oportunidad de sobrevolar la zona en helicóptero. “El 80 % de la ciudad quedó arrasada por la avalancha”.

La atención inicial se centró en tratar las quemaduras causadas por el lodo volcánico y estabilizar a los heridos antes de remitirlos a hospitales en Ibagué y otras ciudades.

Alzate destaca que la tragedia de Armero evidenció la falta de una organización estatal para atender emergencias de tal magnitud. “Antes de la erupción del Ruiz, no había una organización de tal como estado para atender emergencias”, afirma.

A raíz de la tragedia, se creó la Oficina Nacional para la Prevención y Atención de Desastres, dependiente de la Presidencia de la República. Posteriormente, en 2012, se estableció la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, con una estructura organizativa más sólida y presencia en los departamentos y municipios.

Alzate reconoce que la atención inicial fue rápida, pero también hubo desorden debido a la falta de una coordinación general y la ausencia de simulacros y planes de emergencia previos.

Sin embargo, destaca que la comunidad ha aprendido importantes lecciones y se ha avanzado en la gestión del riesgo. “Ahora están en el Ministerio de Educación trabajando mucho en esa parte. Desde el colegio los muchachos aprendan a hacer gestión del riesgo de desastres”, señala.

Alzate enfatiza la importancia de que la gestión del riesgo comience en la familia, con la elaboración de planes de emergencia, la preparación de botiquines y mochilas de emergencia, y la capacitación en primeros auxilios y evacuación.

“Todas esas cosas nos hacen falta para que cuando venga un evento de esta magnitud, pues tengamos herramientas para que la comunidad se autoevalúe y no espere que venga el organismo a atenderlo, sino que sean capaces de enfrentar cualquier evento que se pueda presentar”, concluye Alzate.