El drama se desplegó en el Atanasio Girardot cuando, en el minuto 89, Medellín parecía destinado a la gloria del campeonato, solo para ver sus sueños desmoronarse en el minuto 90. Vladimir Hernández llevó el duelo a los penaltis, y Santiago Mele se lució al detener el disparo de Daniel Torres, entregando así la décima estrella al Junior.
La célebre expresión de Édgar Perea, “A Junior hay que matarlo”, resonó una vez más en el estadio. A pesar de anotar en el último minuto, los locales no pudieron evitar que los visitantes se llevaran la corona.
La estrategia planeada por el técnico Arturo Reyes, de mantener la posesión lejos del arco rival, se desvaneció. Medellín presionó y aprovechó el juego aéreo, logrando anotar con Joaquín Varela. Junior, confiado en su ventaja, se descuidó, permitiendo que el Medellín igualara la serie.
En el segundo tiempo, Luciano Pons amplió la ventaja para Medellín, que pudo haber sentenciado el partido. Sin embargo, Junior, aunque no tenía forma de forzar los penaltis, mantuvo la esperanza.
El técnico local, Alfredo Arias, no logró controlar la situación, realizando cambios ofensivos. A pesar de ello, Medellín no pudo capitalizar completamente su dominio. Vladimir Hernández, ingresando en el minuto 90, llevó el partido a los penaltis, donde Junior se impuso con la precisión de Léider Berrío.
El lema “Al Junior hay que matarlo” volvió a ser cierto. Aunque parecía todo perdido, Junior emergió victorioso en los penaltis, celebrando su décima estrella. Medellín, a pesar de una sólida campaña, se quedó sin el merecido premio.
