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Los costos ocultos de la crisis de NEPSA: municipios en riesgo y comunidades al borde del colapso ambiental

Embargos, deudas e incumplimientos obligan a alcaldías a gastar recursos no presupuestados mientras basureros clandestinos proliferan en zonas rurales.

La crisis de NEPSA del Quindío S.A. E.S.P., empresa encargada de la recolección y disposición de residuos sólidos en siete municipios del departamento, dejó de ser un problema operativo para convertirse en una emergencia institucional, financiera y ambiental.

Desde finales de 2024, alcaldes de Circasia, Quimbaya, Génova y Salento denuncian públicamente incumplimientos reiterados en los cronogramas de recolección. La respuesta ha sido activar planes de contingencia con recursos propios para evitar emergencias sanitarias. Las administraciones municipales destinan ahora presupuestos adicionales en limpieza de zonas críticas, disposición temporal de residuos y campañas de sensibilización ciudadana. Circasia ha advertido que, de persistir la situación, buscará alternativas contractuales o acudirá a la Superintendencia de Servicios Públicos para una intervención formal.

El 4 de abril de 2025, el Juzgado Primero Civil del Circuito de Calarcá decretó el embargo del establecimiento de comercio de NEPSA dentro de un proceso ejecutivo derivado de la prestación de servicios públicos domiciliarios. La medida, inscrita en la Cámara de Comercio el 10 de abril, expuso que los problemas financieros de la compañía ya no permitían sostener su operación habitual. La falta de pago rompió la cadena con proveedores y contratistas: desabastecimiento de repuestos y retrasos en el mantenimiento de la flota. El gerente de NEPSA, Luis Fernando Echeverry, reconoció públicamente la dificultad para sostener la operación por falta de liquidez. La crisis escaló hasta que personeros de los siete municipios solicitaron formalmente la intervención de la Superservicios, alegando riesgo sanitario inminente y falta de respuesta efectiva.

Más allá del aspecto administrativo, la crisis de NEPSA ha tenido un impacto ambiental considerable. En sectores rurales de Quimbaya y Circasia, los residuos se acumulan por semanas en puntos improvisados, algunos convertidos en basureros a cielo abierto.