Desde los jardines públicos que embellecen a Armenia, Olga Lucía Buriticá, de 48 años, le pone vida y color a la ciudad. Madre de dos hijos y jardinera, su historia es una de esfuerzo silencioso y amor persistente, de esos que se cultivan día a día bajo el sol o la lluvia.
“Me considero una excelente madre, porque trabajo para darles lo mejor y sacarlos adelante”, afirma con sencillez. Aunque no lo dice con dramatismo, reconoce que el camino no ha sido fácil: “Fue muy difícil, porque tuve dos de una. Entonces complicado”.
Su rutina comienza desde temprano. Madruga desde su casa en Calarcá para llegar a tiempo a su jornada, y al salir del trabajo, continúan las labores del hogar. “Todo el tiempo prácticamente es en el trabajo. Es duro porque uno está todo el día al sol y al agua”.
Aun así, no se queja. Todo lo hace con un propósito claro: dar ejemplo. “Quiero que ellos aprendan a trabajar, que salgan adelante por sí solos, que tengan esa enseñanza”.
A las madres que enfrentan luchas similares, Olga les deja un mensaje de fuerza y fe: “Hay que seguir adelante, y con la ayuda de Dios, todo es para adelante”.

