Un estudio recientemente publicado en una de las ediciones de Neurology®, la prestigiosa revista médica de la Academia Americana de Neurología, ha arrojado luz sobre una preocupación creciente: la relación entre el clima extremo, impulsado por la amenaza ambiental del cambio climático, y el incremento de muertes y discapacidades por accidente cerebrovascular en diversas regiones del mundo.
Durante más de tres décadas de investigación, los científicos han observado un patrón inquietante: las temperaturas no óptimas, es decir, aquellas por encima o por debajo de los niveles asociados con las tasas de mortalidad más bajas, están cada vez más relacionadas con la muerte y la discapacidad derivadas de los accidentes cerebrovasculares.
Aunque el estudio no establece una relación directa de causa y efecto entre el cambio climático y los accidentes cerebrovasculares, sí muestra una clara asociación. Sin embargo, es importante destacar que otros factores de riesgo, como la presión arterial alta y los niveles elevados de colesterol, no fueron examinados en este estudio.
Las temperaturas extremas pueden desencadenar diferentes mecanismos fisiológicos que aumentan el riesgo de accidentes cerebrovasculares. Por ejemplo, en climas fríos, los vasos sanguíneos tienden a contraerse, lo que eleva la presión arterial, un factor de riesgo conocido para los accidentes cerebrovasculares. Por otro lado, las altas temperaturas pueden causar deshidratación, afectar los niveles de colesterol y ralentizar el flujo sanguíneo, lo que también puede contribuir a la ocurrencia de accidentes cerebrovasculares.
El autor principal del estudio, Quan Cheng, PhD, del Hospital Xiangya de la Universidad Central del Sur en Changsha, China, advierte sobre las implicaciones de estos hallazgos. “Los cambios dramáticos de temperatura en los últimos años han impactado la salud humana y generado una preocupación generalizada”, señaló Cheng. “Nuestro estudio sugiere que estos cambios pueden aumentar la carga de accidentes cerebrovasculares en todo el mundo, especialmente en poblaciones de edad avanzada y en áreas con disparidades en la atención médica”.
Para llevar a cabo este estudio, los investigadores analizaron 30 años de registros de salud de más de 200 países y territorios, examinando el número de muertes y discapacidades relacionadas con los accidentes cerebrovasculares debido a las temperaturas no óptimas. Sus hallazgos revelaron que en 2019 hubo más de medio millón de muertes por accidente cerebrovascular relacionadas con temperaturas extremas, así como millones de años de vida ajustados por discapacidad perdidos.
Entre los resultados más destacados, se encontró que las temperaturas más bajas estaban asociadas con una mayor tasa de mortalidad por accidente cerebrovascular en comparación con las altas temperaturas. Además, se observó una diferencia en las tasas de mortalidad entre hombres y mujeres, con los hombres mostrando una tasa más alta en general.
Al analizar las regiones y los países, se encontraron diferencias significativas, con Asia Central y Macedonia del Norte mostrando las tasas más altas de muerte por accidente cerebrovascular relacionado con temperaturas no óptimas. Ante estos resultados, Cheng enfatizó la necesidad de una investigación adicional para comprender mejor el impacto del cambio climático en los accidentes cerebrovasculares y para desarrollar soluciones efectivas que aborden las desigualdades en salud.
“La investigación futura debe centrarse en encontrar políticas de salud que aborden las posibles causas del cambio climático, como la quema de combustibles fósiles y la deforestación”, agregó.
En conclusión, este estudio subraya la urgencia de abordar el impacto del cambio climático en la salud humana y resalta la importancia de tomar medidas preventivas para mitigar los riesgos asociados con las condiciones climáticas extremas.