Una encuesta reciente, realizada entre más de 2,200 estadounidenses, ha revelado un dato fascinante: el 84% de aquellos que comparten su vida con una mascota consideran que esta relación tiene un impacto positivo en su salud mental.
Este estudio, financiado conjuntamente por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA), también encontró que alrededor de dos tercios de los encuestados ven a sus mascotas como “verdaderos amigos”, “compañeros” y fuentes de “amor y apoyo incondicional”. Este fenómeno es especialmente interesante en países como Argentina, donde un estudio realizado el año pasado reveló que ocho de cada diez argentinos comparten su vida con al menos una mascota, considerándolos parte de la familia.
Damián Gargoloff, miembro de la comisión directiva de la Asociación de Psiquiatras de Argentina, reconoce que existen estudios que respaldan el impacto positivo en la salud mental derivado de esta relación única. Sin embargo, señala que este beneficio no es automático, sino que depende de la calidad de la interacción entre la persona y el animal. En otras palabras, “hay una correlación positiva cuanto mayor es el apego”. Aquellos que desarrollan un vínculo estrecho con sus mascotas pueden experimentar mejoras significativas en aspectos como la confianza y la ansiedad social.
Gladys Izarriaga, parte fundamental del Hogar Titucha en Arturo Seguí, es testigo de primera mano del poder de estos vínculos. Ella y su esposo albergan a 49 animales en su hogar y se dedican a seguir de cerca su adaptación después de ser adoptados.
Aunque algunas personas deciden devolver a los animales, aquellos que los integran a su familia siguen expresando su gratitud con el paso del tiempo. Para Gladys, el contacto con los animales llena su alma, a pesar del dolor que puede surgir al conocer historias difíciles o al enfrentar desafíos logísticos.
El Dr. Diego Sarasola, médico especialista en psiquiatría y psicología médica, confirma que los pacientes se benefician del contacto con mascotas, lo que les proporciona un cambio en su rutina, una razón para planificar y una fuente de afecto. Sin embargo, señala que, en algunos casos, las mascotas pueden representar un riesgo para pacientes mayores, especialmente aquellos con problemas de movilidad.
En conclusión, el impacto positivo de convivir con una mascota es innegable, aunque cada caso debe evaluarse individualmente. Si bien las terapias asistidas con animales pueden ser beneficiosas para ciertos grupos, tener una mascota en casa también puede proporcionar una mejora significativa en la calidad de vida.