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“Todo era caos”: la experiencia del docente Jorge Hernán Arcila durante el devastador terremoto de Armenia

El 25 de enero de 1999, la ciudad de Armenia fue sacudida por un devastador terremoto que cambió la vida de miles de personas. Jorge Hernán Arcila, docente y youtuber, relata 26 años después su experiencia personal de aquel día con una mezcla de angustia y reflexión.

“Habíamos salido del colegio porque se habían citado a los alumnos, salimos temprano y, a las 12:30 p. m., llegué a mi casa. Fue en ese momento cuando empezó el temblor, muy fuerte. Yo vivía en el barrio Villa Liliana y lo sentí como un remezón fuerte. Las paredes de la casa quedaron con grietas, pero, afortunadamente, no se cayó nada en el sector”, recuerda Arcila.

A pesar de la intensidad del sismo, el impacto en los vecindarios cercanos no fue tan grave, excepto en algunos barrios como La Brasilia, donde se registraron mayores daños. Sin embargo, la tragedia se tornó personal cuando, poco después, Arcila recibió una llamada que le informaba que el apartamento donde vivía su mamá había colapsado.

“Me subí a un Renault 12, un carro viejo que tenía, y me fui de inmediato, pero cuando llegué, muchas casas en el barrio Villa Liliana ya se habían derrumbado. Desde el sector hasta el centro de Armenia, todo era caos. Cuando pasé por el Instituto Técnico, casi no se veía el colegio, estaba casi en el piso. En esa zona vi muchas casas caídas, la situación era grave”, relata Arcila.

El pánico y la incertidumbre se apoderaron de la ciudad mientras Jorge se dirigía a la Plaza de Bolívar, donde se encontraba el edificio de su mamá. Lamentablemente, el bloque en el que vivía ella también se desplomó. “Cuando llegué, el susto fue enorme. Mi mamá estaba con un amigo, pero yo no sabía la magnitud de lo que estaba pasando. Lo primero que hice fue tomar la cámara. Como camarógrafo de toda la vida, decidí salir a filmar la tragedia”, explica.

Sin embargo, el intento de grabar fue un desafío en sí mismo. “La policía tenía la orden de no permitir que se filmara nada. Me tocó pelear con ellos para poder tomar algunas tomas. Me decían que no podía grabar, no sé si era porque querían quedarse con la cámara o simplemente no querían que se registrara lo ocurrido”, recuerda con frustración.

El caos se intensificó cuando comenzó a circular la noticia de los saqueos y robos en toda la ciudad. “Después de las 5:30 p.m. no cabía más gente en Armenia. Personas de otros municipios llegaron, pero no podían ayudar. La situación se desbordó. Mucha gente trató de salvar cosas materiales, como televisores, pero esa era la menor preocupación. A medida que pasaba el tiempo, el miedo aumentaba y la gente se volvía más desesperada”, señala Arcila.

A pesar de que Jorge no perdió familiares en la tragedia, sí conoció a personas que quedaron despojadas de todo. “Amigos míos perdieron a sus seres queridos, sus casas, todo. El impacto fue terrible para muchas familias”, recuerda.

Finalmente, el docente hace una reflexión sobre la falta de preparación ante el desastre. “La gente no sabía cómo reaccionar ante el terremoto. No teníamos preparación, y lo mismo pasa hoy con otros fenómenos como el volcán Cerro Machín. La falta de conocimiento y conciencia sigue siendo un problema. Incluso hoy, con el Forec, vemos que hay restricciones en algunas zonas, pero la ciudad sigue creciendo sin mucha planificación”, afirma Arcila.

En cuanto a la respuesta del gobierno, Jorge la califica de insuficiente. “El caos fue total. La policía, los bomberos, el ejército, todos estaban afectados. En la noche, la situación empeoró con los saqueos. La gente no solo robaba lo que ya estaba destruido, sino también en las casas”, concluye, dejando claro que, aunque la tragedia pasó hace más de dos décadas, las cicatrices y enseñanzas siguen vivas en la memoria colectiva de los armenios.