La Fundación Eco Huellas del Quindío ha puesto una dolorosa luz sobre los efectos letales de la pólvora en la ciudad, al denunciar la trágica muerte de Horus, un perro mestizo de aproximadamente 10 años, ocurrida el pasado 10 de diciembre. Su deceso no fue accidental, sino la consecuencia directa de un severo cuadro de estrés provocado por las explosiones masivas registradas durante la celebración de la Noche de Velitas.
Según el relato de Diana Rodríguez, vocera de Eco Huellas, la noche del 7 de diciembre, el sector de Tres Esquinas, cerca del Super Inter de la 50, se convirtió en una zona de guerra sónica. El estruendo fue tal que Horus, un animal ya sensible, entró en un estado de shock agudo.
Inmediatamente, sus dueños lo trasladaron a una clínica veterinaria. El diagnóstico fue devastador: estrés agudo y como complicación derivada, una torsión intestinal crítica. Pese a los esfuerzos del equipo médico por estabilizarlo, el daño provocado por el pánico fue irreversible, y Horus falleció tres días después, dejando un vacío irreparable en su hogar.
La pérdida golpea profundamente a Luis Eduardo, dueño de Horus y además líder comunitario. Para él, Horus era más que una mascota. “Para él es como perder un hijo”, afirmó Rodríguez, señalando la magnitud del dolor y el acompañamiento emocional que la fundación está brindando al afectado mientras se recogen todos los detalles del caso para la documentación.
Diana Rodríguez elevó un fuerte cuestionamiento a las autoridades locales, poniendo en entredicho la efectividad de las medidas de control durante las festividades decembrinas.
La muerte de Horus no es solo un hecho aislado; se convierte en un símbolo trágico de la desprotección animal ante la irresponsabilidad en el uso de artefactos pirotécnicos, y relanza el debate sobre la necesidad de regulaciones más estrictas y una mayor conciencia ciudadana en Armenia.
