En la I Jornada de Ejercicio Físico y Cáncer, llevada a cabo en Madrid, España, se resaltaron los múltiples beneficios que tiene la práctica de ejercicio durante el tratamiento oncológico. Lidia Alejo, directora del Curso de la Universidad de Madrid, hizo hincapié en que el ejercicio físico no solo previene recaídas de la enfermedad, sino que también aumenta la supervivencia y reduce el riesgo de mortalidad por cáncer.
El evento, organizado por importantes instituciones en el campo de la investigación y la actividad física, puso de relieve la importancia de incorporar el ejercicio físico en el proceso de lucha contra el cáncer. María Alonso, coordinadora del Programa de Ejercicio Físico en Oncología de GEICAM, destacó que la última revisión de expertos del American College of Sports Medicine (ACSM) ha demostrado que el ejercicio reduce el riesgo de desarrollar siete tipos de cáncer y mejora la supervivencia en casos de cáncer de mama, colon y próstata.
Las recomendaciones internacionales también indican que se deben realizar entre tres y cinco horas de actividad física moderada a la semana o entre una y tres horas de ejercicio de alta intensidad para prevenir el riesgo de estos tumores. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la prescripción de actividad física en pacientes con cáncer debe ser realizada por profesionales médicos, teniendo en cuenta las condiciones individuales, lesiones, preferencias y posibles efectos secundarios en cada persona.
Además de prevenir el riesgo de cáncer y mejorar la supervivencia, el ejercicio físico también puede ser beneficioso durante la fase de recuperación. Puede ayudar a aliviar síntomas como la fatiga crónica, la ansiedad, la depresión, el linfedema y la neuropatía periférica. Además, se han obtenido resultados prometedores en la mejora de síntomas relacionados con la caquexia, la disfunción cognitiva y la cardiotoxicidad en personas que son activas.