Beatriz Caballero Holguín, escritora y guionista colombiana, falleció a los 76 años, dejando una huella imborrable en la cultura del país. Su legado, construido a lo largo de décadas de trabajo en la literatura, el teatro y la educación artística, fue destacado por diversas instituciones y figuras del ámbito cultural.
El Instituto Caro y Cuervo, al confirmar su partida, resaltó su invaluable contribución a la literatura. Entre sus obras más representativas se encuentran Codazzi, el siete leguas, Las siete vidas de Agustín Codazzi, Papá y yo: Eduardo Caballero Calderón y Luis Caballero, títulos que reflejan su pasión por la narrativa histórica y biográfica. Además, tuvo una importante incursión en la literatura infantil y juvenil con libros como Cuentos pequeñitos y Cuaderno de novios.
Más allá de las letras, Caballero dejó una marca en el teatro de títeres. Fue parte de los grupos La Pulga Gótica y Biombo Latino, dirigió el Teatro del Parque Nacional y promovió festivales y encuentros nacionales que consolidaron el arte titiritero en Bogotá. Su relación con el teatro se remonta a su infancia en Madrid, donde descubrió su amor por las marionetas, pasión que definió su vida profesional.
El Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo recordó su dedicación a esta disciplina, mientras que el exministro de Cultura, Juan David Correa, expresó sus condolencias y la describió como una mujer incansable, comprometida con la preservación de la memoria artística y cultural.
El impacto de Beatriz Caballero trasciende su obra. Su empeño por contar historias, educar y fomentar el arte sigue vigente en cada libro, cada puesta en escena y en quienes fueron inspirados por su trabajo.
