Un estudio reciente, publicado en la revista ‘Nature’, profundizó en los impactos del tabaquismo en el sistema inmunitario, incluso después de abandonar el hábito. Este estudio, realizado por un equipo internacional de científicos de Francia, Suecia y Estados Unidos, analizó el efecto de 136 agentes externos en la inmunidad de 1.000 individuos sanos de diferentes edades.
El tabaquismo emergió como el factor que más afecta la respuesta inmune. Según Violaine Saint-André, del Instituto Pasteur de París, fumar compromete tanto la inmunidad “innata” como la “adaptativa”, esta última de manera persistente.
El sistema inmunitario retiene una “memoria” del humo del tabaco que puede durar de 10 a 15 años después de dejar de fumar. Este hallazgo destaca una distinción importante: mientras los efectos en la inmunidad innata pueden disiparse con el tiempo, los daños a la inmunidad adaptativa persisten, afectando la liberación de citocinas en respuesta a infecciones o problemas de salud.
La correlación entre la duración e intensidad del hábito de fumar con el daño sostenido en la inmunidad adaptativa revela el profundo impacto del tabaquismo en el sistema inmunitario, más allá de factores como la edad, el sexo, la genética y el índice de masa corporal. Este impacto se traduce en un aumento del riesgo de enfermedades autoinmunes, alergias y cáncer, según Darragh Duffy, coautor del estudio. Además, los fumadores experimentan un empeoramiento de las condiciones inflamatorias, con síntomas más persistentes y una mayor probabilidad de complicaciones.
Aunque el estudio tiene limitaciones, como la falta de diversidad genética de los participantes, sus hallazgos son fundamentales para comprender cómo el tabaquismo afecta al sistema inmunitario y el riesgo asociado a diversas enfermedades. Los investigadores concluyen con un mensaje claro para el público: “Nunca es buen momento de empezar a fumar y el momento de parar es ahora”.
