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Un estudio sugiere que el veneno de abeja tendría potencial para combatir afecciones vasculares

Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) han descubierto que el veneno de abeja, conocido como apitoxina, podría tener un papel inesperado en la medicina: aunque daña los vasos sanguíneos al inducir estrés oxidativo, esta misma acción podría aprovecharse para tratar enfermedades vasculares o incluso el cáncer.

Según Francesc Jiménez Altayó, coordinador del estudio, la toxina podría regular el óxido nítrico, una molécula clave que controla la dilatación de los vasos en ciertos tumores, lo que influiría tanto en su desarrollo como en la eficacia de terapias oncológicas.

Los experimentos, realizados con células endoteliales humanas y arterias de ratones, revelaron que la melitina —principal componente del veneno (43,8%)— no actúa sola: otras sustancias de la apitoxina amplifican sus efectos. Aunque la melitina limita la capacidad de los vasos para dilatarse, el equipo identificó una vía molecular de estrés oxidativo que podría redirigirse con fines terapéuticos.

Sin embargo, Jiménez Altayó advierte que aún son necesarios más estudios para validar estas posibles aplicaciones médicas. El proyecto, publicado en *Toxicological Sciences*, contó con la colaboración de la Universidad de Barcelona, la Universidad de La Habana y los centros CIBERCV y CIBERNED.